Estando firmes en la gracia
Rom 5:2 a través de Cristo tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes
Es la gracia de Dios, no la fe del creyente la que le capacita para estar firme en su salvación.
En tiempos del Antiguo Testamento, la idea de tener acceso directo o "entrada" a Dios era impensable, porque si alguien se atrevía a mirarlo ciertamente moría. Después de que se construyó el tabernáculo, sólo el sumo sacerdote podía entrar al lugar santísimo, donde Dios manifestaría Su divina presencia, y solamente una vez al año por un breve tiempo.
Pero el sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz marcó el comienzo de un Nuevo Pacto que hizo posible el acceso a Dios para cualquier persona, judío o gentil, que confíe en Su sacrificio. Todos nosotros los que creemos podemos ahora "acercarnos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar gracia que nos ayuda en el momento que más lo necesitamos" (Heb 4:16)
Debido a nuestra fe en Él, Cristo nos escolta hacia "su gracia en la cual estamos firmes", la palabra griega para "estar firmes" se refiere a permanencia, estar firme e inmovible. Ciertamente es necesaria la fe para la salvación, pero es la gracia de Dios y no nuestra fe la que tiene el poder de salvarnos y mantenernos en esa salvación. Lo que Dios hizo inicialmente a través de la gracia, no podemos conservar a través de nuestros esfuerzos. Eso sería una burla ante la gracia de Dios y una indicación de nuestra falta de confianza en Su deseo y poder de preservar nuestra salvación, Pablo dijo: "estoy convencido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Fil 1:6)
A pesar de nuestros esfuerzos de evitarlo, todos caeremos en pecado, pero nuestro pecado no es más poderoso que la gracia de Dios. Jesús pagó el castigo de nuestros pecados. Si los pecados que cometimos antes de nuestra salvación no fueron demasiado grandes para que la muerte expiatoria de Cristo cubriera, seguramente ninguno de los pecados que hemos cometido desde entonces o cometeremos serán demasiado grandes para que Él pueda cubrir (Rom 5:10) Un Salvador moribundo nos marcó el comienzo de la gracia de Dios, todos necesitamos depender del hecho de que un Salvador vivo nos sostendrá en su gracia.
Por John MacArthur
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